Remitente estadounidense /

La industria del transporte marítimo está a solo unos días del debut del Indicador de intensidad de carbono (CII), una nueva regulación destinada a combatir el calentamiento global. Incluso como un pequeño paso inicial, la CII no está inspirando confianza en la futura descarbonización del transporte marítimo.

La nueva regulación busca reducir las emisiones de carbono haciendo que los portacontenedores, petroleros, graneleros, portacoches y otros buques operen de manera más eficiente. Es un producto de la Organización Marítima Internacional (OMI) de las Naciones Unidas que ha estado en proceso durante años y debatido hasta la saciedad dentro de los círculos navieros.

Aquellos fuera del transporte marítimo que dependen de los buques del mundo para transportar sus mercancías pueden rascarse la cabeza cuando se enteran del extraño brebaje que ha preparado la OMI. Las complejidades de CII, las consecuencias no deseadas y la aplicación débil recuerdan la frase «demasiados cocineros en la cocina».

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